La vesícula biliar es un pequeño órgano en forma de pera, ubicada debajo del hígado, justo detrás de las costillas inferiores del lado derecho. Su función es la de favorecer el proceso digestivo, especialmente de las grasas en los alimentos. Concentra y almacena bilis, un líquido producido y secretado por el hígado que ella libera a través de un conducto que la conecta, junto con el hígado, al intestino delgado.
De acuerdo con el doctor Wartan Keklikian, cirujano general, especialista en obesidad y cirugía laparoscópica, cuando un paciente siente dolor del lado derecho y este se proyecta al cuello y la espalda; o cuando al comer grasas o granos se presentan cólicos, náuseas y vómitos, es aconsejable realizar un chequeo médico para descartar una posible litiasis vesicular, conocida como cálculos en la vesícula.
Diagnóstico a tiempo
La presencia de cálculos en la vesícula es muy frecuente en personas de alrededor de 50 años; sobre todo, en mujeres con cierto nivel de obesidad: “Mientras que, dos de cada 10 mujeres padece de cálculos en la vesícula, solo uno de cada 10 hombres los tiene. Hay niños que también pueden padecerla, sobre todo como consecuencia de un tipo de anemia autoinmune denominada “anemia hemolítica”, que puede producir cálculos en la vesícula.
A nivel mundial, el 15% de las mujeres adultas tienen cálculos en la vesícula y 10% de los hombres padecen de esta enfermedad”.
“Si la bilis está muy concentrada, por decirlo de alguna manera, algunos elementos como sales o pigmentos se precipitan, la bilis se cristaliza y crea cálculos o piedras. Si estas piedras obstruyen la salida de la vesícula, la misma no podrá liberar la bilis y se infectará, causando mucho dolor”, agrega el especialista.
Si llegara a infectarse y el paciente no es atendido a tiempo, se puede generar una grave inflamación de la vesícula y corre el riesgo de necrosarse o gangrenar, produciendo así una peritonitis.
Intervención por laparoscópica: técnica de avanzada
Un problema de vesícula que puede ser diagnosticado y atendido a tiempo, se puede complicar de tal forma que, del dolor, se pase a una grave infección de la vesícula, el abdomen y el hígado, o a una pancreatitis. “De allí la importancia de un examen de ultrasonido, para intervenir de inmediato” recomienda el cirujano.
Frente a esta dolencia, la mejor recomendación es extirpar la vesícula. “Es una operación muy sencilla y rápida, de unos 15 a 20 minutos, cuando se hace de manera electiva. Puede ser ambulatoria y se realiza por laparoscopia.
También se puede hacer abierta, pero la laparoscopia tiene mayores ventajas: recuperación más rápida, menos dolor e inflamación, así como menor riesgo de infección de las heridas porque son muy pequeñas. En buenas manos, es un procedimiento rápido, fácil y sin mayor riesgo”, concluye el cirujano.
Para mayor información @cirujanolaparoscopico, @drwartan