La mensajera de la Virgen de Betania fue una esposa, madre y abuela de una familia bastante numerosa, pero le tocó ser testigo también de la fe, ser profeta de la fe, dar un testimonio real, un testimonio creíble para desarrollar aquello que Dios le había encomendado como misión: ser la vidente y mensajera de la Virgen Reconciliadora de Todos los Pueblos en Betania. Siempre irradió a Dios, como un imán atraía a los que querían escuchar una palabra de aliento, de consuelo, una palabra que pudiese cambiar totalmente sus vidas.
Para honrarla en el decimonoveno aniversario de su partida se celebrarán dos Eucaristías, la primera el domingo, 6 de agosto a las 12:00 m. en el Santuario Nuestra Señora de la Candelaria – Dr. José Gregorio Hernández y la segunda el lunes, 7 de agosto a las 12:00 m. en la Catedral de Caracas, ambas contarán con la participación de la Coral Betania.
Los santos son verdaderos compañeros de camino que, en un momento determinado de la historia de los hombres, dan respuestas a las interrogantes del tiempo
El eminentísimo cardenal Baltazar Porras ha querido que se conozcan los aspectos de relevancia sobre la vida y obra de los candidatos a la santidad venezolanos decretando el “Año Arquidiocesano de la Santidad”, entre ellos, la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini cuya vida fue una respuesta para aquellos que buscaban a Dios, para aquellos que buscaban discernir en medio de grandes dudas y problemas, para aquellos que habían perdido a Dios y lo volvieron a encontrar en su atención materna. Cada persona que la conoció se sintió escuchada, amada, que era especial para ella.
La alegría del contacto con la gente
El Rev. Pbro. Gerardino Barracchini, vicario para la santidad, ha expuesto que en un mundo donde no se escucha a nadie, en un mundo donde se minimizan los problemas de los demás, en un mundo donde dar consuelo es tomado como signo de debilidad, la sierva de Dios María Esperanza tomó la responsabilidad de dar respuesta al compromiso del Bautismo, al compromiso que tenía con Dios, por medio de su Madre María. Destacó su carisma maternal explicando que ella sentía la empatía de una madre, sentía el problema del otro sin juzgar; se identificaba con el dolor, el drama y la miseria del otro; se conmovía de los corazones atormentados y; a través de su palabra, su cariño y su consuelo, las personas sentían el amor de Dios, el amor de la Santísima Virgen. Ella encendía las almas de fe y esperanza. Ella siempre habló de un Padre rico en misericordia.
La reconciliación definitiva del mundo con Dios
Otro aspecto importante de su vida fue el carisma de la reconciliación, esta respuesta hoy es más actual que nunca en un país y un mundo dividido, lleno de odio, rencor y desesperanza. La Virgen de Betania tuvo como punto de referencia ser llamada María Reconciliadora de los Pueblos, como su mensajera la sierva de Dios María Esperanza sintió con gran responsabilidad la tarea de reconciliar al hombre con Dios, con su familia, con el prójimo. “Sin reconciliación no puede haber paz”, decía, “y la reconciliación comienza por la familia”. Tenía la gracia de enfervorizar y encender el amor a Dios, a la Confesión, la Eucaristía y la oración. Su carisma maternal y reconciliador acompañará por siempre a la humanidad.
Más información en el Instagram y Twitter: @betaniaorg, Facebook: Movimiento de Espiritualidad Betania, web: www.mariaesperanza.org
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