En conmemoración del día internacional de los Pueblos Indígenas, múltiples organizaciones representantes de los Pueblos Indígenas han lanzado un llamado a la sociedad a honrar y reconocer a las mujeres indígenas por sus invaluables aportaciones a la protección de sus pueblos, comunidades, familias, tradiciones, territorios y de la naturaleza.
En las áreas rurales de América Latina y el Caribe, habitan aproximadamente 15 millones de mujeres indígenas. Debido a su papel como transmisoras y guardianas de los sistemas de conocimiento ancestral y/o tradicional, ellas desempeñan un papel clave en la conservación de la biodiversidad.
A modo general, las mujeres indígenas participan activamente en la gestión colectiva de 404 millones de hectáreas, es decir, el 20% de la extensión territorial del continente latinoamericano. En este vasto universo de bioculturailidad femenina se conservan entre 330 a 380 millones de hectáreas de bosque, desde un enfoque biocéntrico, espiritual y sostenible, contribuyendo de manera directa a la seguridad alimentaria y nutricional de todos los países de la región.
Lamentablemente, no existe un solo indicador de bienestar social que no apunte a la siguiente y muy aberrante conclusión, desde cualquier óptica o medida de desarrollo, las mujeres indígenas son víctimas sistemáticas de sociedades machistas y excluyentes, donde día a día enfrentan diversas formas de discriminación y vulneración de sus derechos en Latinoamérica.
No obstante, la fortaleza y la resistencia de las mujeres indígenas es innegable, y pese a cientos de años de discriminación, ellas nos demuestran con su lucha, con su claridad y con su perseverancia que ellas no nos necesitan ni mucho menos nos esperan. En realidad, quienes necesitamos aprender urgentemente de sus conocimientos y prácticas ancestrales somos nosotros mismos, los miembros de estas sociedades latinoamericanas donde la brújula socio-ambiental se nos ha descalibrado y donde cualquier oportunidad para hacer frente a la actual crisis climática y a reinventar nuestros sistemas agroalimentarios deberá reconocer y compensar a las mujeres indígenas de manera justa y proporcional.
Es por ello que desde FAO consideramos como un eje fundamental de nuestro quehacer, la colaboración y el codiseño de políticas y programas de desarrollo rural intercultural e interseccional donde los pueblos indígenas y las mujeres indígenas sean consideradas socios activos de las iniciativas e intervenciones a partir del efectivo cumplimiento del derecho a la consulta y consentimiento libre previo e informado para así avanzar hacia sistemas agroalimentarios más sostenibles y resilientes.
Una América Latina más integrada y articulada a partir de su orgullosa identidad indígena, femenina y plurinacional tendría más relevancia y potencia en la actual geopolítica. Es momento de volver a nuestras raíces, de escuchar a las mujeres indígenas que nunca perdieron el rumbo, de honrar a la Pachamama y de recuperar aquellos espacios de diálogo multilateral, tales como CELAC/SAN, donde los pueblos indígenas y las mujeres indígenas pueden brindar enormes aportaciones al desarrollo sostenible de todas y todos sin dejar a nadie atrás.
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